jueves, 18 de noviembre de 2010

Poemas de desamor y de esperanza.

Te he abandonado con las manos abiertas
y la cabeza gacha.

Con la impotencia de no poder luchar
contra mi propio dilema
contra el miedo de tener que compartir
mi vida, mi tiempo y mis días.

Te dejo compartiendo las lágrimas
que caen por las alcantarillas
y los papeles rotos que mojan las palabras.

No voy a romper los recuerdos
ni las fotos
ni los sueños en los que estabas desnud@.

No voy a manchar mis manos
con el asesinato de lo cierto
ni me limpiaré las luciérnagas
que salen de mis ojos y bailan con la luna.

Brindaré con la muerte por el insomnio
y en las tardes te dejaré notas en los árboles,
para que cada vez que acudas a nuestro parque,
veas que el amor es eterno mientras dura.
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Me giraré por la calle si veo tu perfil
y no te encuentro.

Sacaré la cabeza de la bañera por si escucho tu timbrazo
en el silencio.

Haré café dulce para dos por la amargura que me causa
dormir sola.

Viajaré con la esperanza por pareja por si te encuentro
y me recuerdas.

martes, 16 de noviembre de 2010

Vacía los bolsillos

Literatura o sin ella, aquí está lo que le sucede a mucha gente a mi alrededor últimamente, ¿a ti también?

Es curioso ver cómo va cambiando nuestra propia percepción de la vida y de lo que merecen la pena los esfuerzos.
De pequeños todos queremos trabajos fantásticos, como astronauta, bailarina, actriz o cowboy. Luego poco a poco la madurez se va cerniendo sobre nosotros y nos pega una bofetada con la realidad, o sea, que nuestros padres nos dan una bofetada con la realidad, y de canto y en la sopa nos meten la idea de lo que queremos estudiar.

Entonces es cuando le preguntamos a nuestros yo de 14 años y vemos una generación de ingenieros estupendos, registradores que no saben qué es una oposición, arquitectos que no saben qué se hace en la carrera o economistas a los que le gustan las corbatas de colores y punto. Tampoco es que tenga que ser muy difícil hacer entrar en razón a un preadolescente o a un adolescente, puedes o bien decirle que no es tan difícil o presentárselo como un reto, como un hobby.

Pero con el paso por los últimos años de instituto algunos se dan cuenta de que la física se les da mal, o que sus manos tocan más el piano que firman papeles, o que se marean al ver sangre. Corren los agostos y un buen día están en la universidad, algunos pasan por clase además de ir a fiestas y otros no. La mayoría tiene una crisis de carrera dentro del primer año. Todo el mundo tiene una en algún momento. ¿Para qué estudio? ¿Quién ha decidido el que yo esté aquí?

Nuestra adolescencia gira entorno a los estudios. No existe el tiempo para pararnos a formar de manera consciente nuestra personalidad, así que plagiamos la de la gente que nos causa buena impresión o a la que aspiramos a parecernos algún día. Quien no tiene unos estudios no es nadie, se ve anulado por no tener datos en la cabeza. La cultura se adquiere, puedes tener una carrera y ser un zopenco (con perdón) que no es consciente de en qué mundo vive..

Y cuando llega la época de trabajar...
Todo explota. Tarde o temprano. No por trabajar, si no por que llega un momento en que le chillas al mundo ¡basta! e intentas mover la cabeza a tal velocidad que la harina de tu mente se tamice y veas quién eres y qué quieres. Me temo que no sabes ni siquiera cómo te llamas. Te suena algo cómo te llaman los demás, pero ya se sabe, de nada sirve rendirle cuentas a los demás si no te has enfrentado a ti mismo.

Ese temible día en el que descubres que no sabes por qué has llegado a trabajar en algo que no te gusta o tratar con un tipo de gente, ese día, empezarás a echarle la culpa al mundo. Sobretodo a tus padres. En una fila irán apareciendo las personas que te aconsejaron algo e irás recriminándoles sus palabras y sus intenciones. Habrá un momento en esa fila que aparezca tu imagen de niño. De adolescente de 14 años que decía que quería estudiar derecho. O de niña que quería estudiar lo que hacía su madre. No se libran. Se lo reprocharás todo, les insultarás, les dirás que por qué te dijeron nada, que por qué se dejaron influenciar, por qué no vieron que el mundo era más grande que la calle, que había más gente que la vista. Gritarás tanto tanto que llorarás de rabia, les llamarás tonta, y te darás cuenta de que ese chaval, sigues siendo tú. Que sigues sin hacer nada por cambiar lo que te sucede, sigues sin guiar tus pasos y sigues con criterios ajenos y brújulas extrañas.

Ahora vacía los bolsillos y echa a andar. ¿A dónde? Eso es cosa tuya.