viernes, 13 de enero de 2012

Nuria se levanta cada día a las 10 de la mañana haciendo el amor.

Nuria se levanta cada día a las 10 de la mañana haciendo el amor. Hace de despertador de las hormonas del bloque y se pone en pie con el pijama, hacia la taza de café y un tazón de fresas. Va con calcetines, culottes, camiseta de tirantes blanca y mancha de chocolate a media espalda. Vive en el 5º y yo en el 4º. Y cada mañana, a eso de las diez, escucho como se levanta, como coge su taza, su tazón y su alma y se apoya en el alfeizar, mirando no sé qué allá abajo. Le sonríe al mundo y le avisa a voces de que ya está en pie, preparada para comérselo. Luego se camufla el deseo en ropa y baja a la calle, bolso y carpeta en mano. Y ahí la pierdo de vista y puedo decir que ya tengo la energía para seguir un día más.

Nuria vive en mi calle pero no somos vecinos. Son bloques enfrentados con 4 carriles de por medio, semáforo e incluso distancia. Pero desde mi casa se ve lo que hace por las mañanas y lo que piensa y lo que medita cuando agacha el libro que lee en el sofá marrón esquinero, con los pies subidos sobre una manta.

Igual los carriles que hay entre medias son de ropa y no de coches, y en realidad compartimos en mismo patio de luces, el mismo conserje y el mismo ascensor. Igual sé cómo se apellida y que vive tan acompañada que soy yo el que vive sólo. Y sonríe por las mañanas y se aferra a la carpeta cuando sube a su piso donde le esperan o espera. Pero no me espera. Igual es ese no saber que existimos lo que no nos hace vecinos.

Porque los vecinos se piden sal y se piden que cuide a los niños y se preguntan por las navidades y se dicen que parece que el tiempo va a abrir. Pero yo, me temo, que no puedo acabar de hablar con ella. No porque no oiga, que escucho y atiendo, aunque poco a poco se pierde, igual que la voz que me lleva abandonando desde que me la dieron. Y para cuando llega una persona con quien la quiero usar, hace estragos en su ritmo solapándose con el nerviosismo y suelta pitos y cruces. Según el logopeda es normal, y sólo puedo ralentizarlo, controlando que se vaya tarde. Y Nuria sube conmigo, en el ascensor, y yo me imagino que subo con ella, y que le digo algo. Lo he ensayado mil veces en el espejo, hablando calmado y sin saber qué hacer con las manos. Tartamudeando incluso y tropezándome con mis buenas intenciones metiéndome en el lodo que yo he mojado. Así que me limito a escuchar cómo se levanta a las 10 de la mañana haciendo el amor, y cómo sube con su olor a champú en su nube de pelo a su casa.

3 comentarios:

  1. Triste y taciturno texto con unos rayos de sol intensos pero breves.

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  2. Minimalista. Leerte es como oler la mañana, aspirarla en toda su esencia. Leerte es una taza de café con montones de pensamientos cruzando de un lado a otro. Yo soy periodista y escritor, te acabo de encontrar en twitter. Me llaman José Arias. Tengo un blog . BlogArias. Me gustaria agregarte y seguir leyéndote.Ah, soy de Santo Domingo, República Dominicana. Cuídate

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  3. Probablemente de todos los textos que he leído en tu blog (aunque no he leído todos) este es uno de los que más me gusta! Enhorabuena!

    PD: soy Zarza

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