domingo, 29 de noviembre de 2009

Siempre había tenido frío

Ella siempre había tenido frío. Bueno, no siempre, pero desde que él no estaba con ella, era “siempre”. Tenía mucho frío por dentro, y no había nada que pudiese dejarle estar en ese estado de congelación interna. Por mucho frío que hiciese en la calle, en sus carnes siempre había menos grados, y daba igual lo que intentase. No tiritaba, ni se acostumbraba por mucho tiempo que pasase, no podía hacerse a ese inhumano estado de soledad. El calor le había abandonado.

Normalmente intentaba desahogarse llorando mientras estaba en la ducha, así nadie podía oírle. Dejaba correr el agua con el grifo caliente abierto del todo, para que el vapor empañase sus ojos. Las gotas iban calentándose, poco a poco, corriendo por su espalda y tomando la curva de su médula. Caían por el desagüe, mezcladas con el calor, las lágrimas y el champú de limón.
Caían por sus brazos, quemándole la piel, corroían, irritaban, enrojecían sus hombros, hacían que la piel de su pecho se pusiese en huelga y se quisiese ir. El agua hervía en la bañera, y ella de pie, cogía y se sentaba en la pila, de espaldas al chorro, debajo, helada, en la catarata que le quemaba la piel. Y daba igual, porque por dentro seguía como un glaciar.
Lloraba y sus frías lágrimas se helaban en sus corneas, irritándole, creándole lentillas de carámbanos.

Tomó sus brazos e hizo un amago de darse un abrazo, rodeaba sus propios hombros con sus propios brazos, intentándose darse el calor que no tenía, Y lloraba, y lloraba más, con esos pequeños sollozos que son gritos en miniatura, imitando lo que tuvo y ya no tenía, y no podía seguir fingiendo, tenía mucho frío, muchísimo, creía que se iba a morir, no sabía si de soledad o por que estaba en carne viva…

martes, 17 de noviembre de 2009

Cristina

¿Qué te ha pasado Cristina? Se te han vuelto los ojos azules de tanto llorar. De pasarte los días con lágrimas densas saliendo de tus pupilas, se te han decolorado.
Las gotas densas de desilusión, inertes y sin sentimientos caían arrastrándose por su iris, como ácido, llevándose el marrón castaña. Así poco a poco pasaron por rojo de la irritación, miel, oliva hasta llegar a azul plateado y derivar a un azul muy mortecino que se derretía con el blanco, como las olas en el mar.
¿No crees que es hora de dejar de lastimarte?¿De dejar de lamentarte por que algún indeseable te haya hecho daño?¿De fustigarte con los recuerdos o lo que podría haber sido?
Ay cariño, abandona a la pena, que no te merece en su círculo de amigos. Ciérrale la puerta y no le respondas, mete la cabeza en la bañera, ni la mires ni la saludes, ni siquiera pienses que existe, no te merece.
Mejor abre las ventanas para que la lluvia moje los muebles, empape el parqué y lo bufe, deje olor a mojado en las cortinas y que sea complicado respirar de lo limpio que está el aire. Que el viento meta hojas y ojos, ruido y agua, que limpie el ambiente. Ábrelo todo, que el abrir las ventanas sea poner esperanzas, mira al cielo, mira arriba y piensa en lo que viene, en lo bueno que podrá ser y agradece que estés aquí, que muchos murieron ya de mal de amor y tú eres una superviviente.
Ahora deja que tus ojos se vuelvan marrones.
-Pero yo no quiero que mis ojos dejen de ser azules. Son azules de mirar al cielo.

*Mapi* 17 Noviembre 2009

miércoles, 11 de noviembre de 2009

No es un cuento: es una previsión.

Si a alguien de letras le dices que la filosofía no es práctica, posiblemente y dependiendo de su agresividad, te pegue (más o menos fuerte, con la mano o con la palabra, pero te pegue).

Es como si a alguien de ciencias, así, con bata y calculadora en el bolsillo le dices, perdona, ¿te suena eso de las matemáticas? pues mira, lo siento mucho, pero no son prácticas.

En ambos casos tendrás como para un par de horas de discusión. Pero esperen un segundo, he dicho prácticas, no aplicables.

Los colores como tal, no son prácticos. Son aplicables a todo.

O el arte, como tal carece de utilidad.

Es como si las leyes se hubiesen hecho para aplicarlas a un mundo Lego. Lo siento, pero pierdes el tiempo.

Todo hay que aplicarlo a un todo. Todo interacciona, vivimos en el mundo!

No estamos usando las mates como tal para nada, la filosofía como tal (a granel), ni el arte, estamos aplicándolas en todo lo que nos rodea.

Los números son los inventos, las cuentas y las proporciones, influidas por lo que nos parece agradable, lo que endulza a los sentidos, lo que hacemos para agradar y llamamos arte, lo que pensamos e ideamos y creemos que es, la teoría de lo que vemos, de lo creemos y cuestionamos en todo, la evolución y lo que queremos y nos cansa. Todo depende de todo.

Así nosotros mismos no somos personas, somos gente. Mejor dicho, somos gentes.

Por que todas las personas que han pasado por nuestra vida nos han influido y cambiado nuestra forma de ser, han forjado una idea o un deseo, nos han hecho tener recelo, ilusionarnos y querer abandonarlo todo. Sin las gentes que nos rodean no tendríamos condición de humanos, no seríamos personas ni tendríamos personalidad, ni necesidades ni ambiciones ni concepto de libertad porque no existiría el concepto de opresión.

Nos hacemos personas porque vivimos en sociedad. Hemos creado la sociedad, una de los infinitos modelos que podrían existir, y nos quejamos de él. Nos quejamos de las personas con las que convivimos, de las que nos gobiernan, las que nos venden y para las que trabajamos, las que nos enseñan y de las que aprendimos, de lo que aprendimos, de la propia idea preconcebida de la sociedad y de la vida. De la idea esquematizada de cómo vivir. Porque hay muchas formas de vivir y todos hacemos lo que ya está escrito. Podríamos empezar a inventar.O a imaginar. Bueno, antes tenemos que pensar (es gratis).

Seguro que la próxima revolución no será tecnológica, será social.


*Mapi* 8 Noviembre 2009